¿Alarga la vida? Por qué el amor es tan bueno para la salud cerebral
Independientemente de si el romance está en el menú para tí este Día de San Valentín, tu cerebro siempre está tratando de recompensar tu inversión en interacción social y te motiva a vincularte con otros cuando la conexión humana es escasa.
Tanto en el amor platónico como en el romántico, no se puede eludir la necesidad que tiene el cuerpo de la interacción entre humanos.
“El amor es una necesidad biológica tan vital para el bienestar de una persona como el agua fresca, la comida y el ejercicio”, advierte Stephanie Cacioppo, neurocientífica de la Universidad de Oregón y autora del libro Wired for Love: A Neuroscientist’s Journey Through Romance, Loss, and the Essence of Human Connection (en español: Conectados para amar: El viaje de un neurocientífico a través del romance, la pérdida y la esencia de la conexión humana).
Aunque el corazón suele llevarse los créditos, la mayoría de los beneficios asociados al amor se originan en el cerebro, que está programado evolutivamente para producir y liberar hormonas cuando experimentamos atracción, afecto y apego.
“Puesto que el amor es tan importante para nuestra salud, bienestar y reproducción, no podía dejarse sin estudiar”, destaca Sue Carter, directora emérita del Instituto Kinsey de Indiana y una reconocida bióloga especializada en el vínculo social.
Comprender cómo el cerebro recibe y transmite las señales, además de lo que ocurre cuando estas escasean, puede ser útil a la hora de navegar por los mundos de la amistad, el amor, el desamor y la pérdida”.
Cuál es el papel de las hormonas del amor
La mente y el cuerpo utilizan una amplia red de neurotransmisores y mensajeros químicos moleculares para coordinar distintas funciones e influir en nuestras emociones. Estos mensajeros químicos, llamados hormonas, forman parte del sistema endocrino del cuerpo. El sistema endocrino está conectado a través de importantes estructuras cerebrales como el hipotálamo, el hipocampo, la amígdala, el tálamo, los ganglios basales y el giro cingulado.
En conjunto, estas estructuras forman el sistema límbico, una de las partes más antiguas del cerebro en términos evolutivos. Aquí es donde se almacenan los recuerdos y se procesan los olores, y es la principal región cerebral implicada en la atracción y el afecto.
Permite que varias hormonas “refuercen nuestro deseo de presentarnos tras una simple mirada, reduzcan nuestro miedo a ser vulnerables cuando conocemos a una nueva pareja… y sintamos que somos almas gemelas de alguien con el paso del tiempo”, señala Cynthia Kubu, neuropsicóloga del Centro de Restauración Neurológica de la Clínica Cleveland de Ohio.
Cuáles son las 7 hormonas del amor
En lo que respecta a las emociones que asociamos con el amor, siete hormonas desempeñan papeles especialmente importantes. Estas sustancias químicas son las siguientes:
1) La oxitocina se conoce como la “hormona del amor” porque ayuda a formar conexiones sociales, aumenta la confianza y profundiza los sentimientos de atracción. Se libera cuando dos personas entablan una conversación, se tocan, juegan juntas o participan en otras formas de interacción significativa.
“La oxitocina aumenta nuestros sentimientos de vinculación, apego y compromiso con alguien”, explica Theresa Larkin, profesora asociada de Ciencias Médicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Wollongong (Australia).
Sin embargo, se ha demostrado que la oxitocina a veces influye negativamente en los recuerdos de los seres queridos, lo que demuestra que esta hormona también tiene un lado oscuro.
2) La vasopresina despierta sentimientos de excitación asociados al amor por otra persona. Es estimulada por algunos de los mismos comportamientos que liberan oxitocina, pero los estudios demuestran que también se libera cuando existe una amenaza, lo que hace que nos sintamos más protectores con las personas que nos importan. En este sentido, las investigaciones demuestran que esta sustancia química también puede ser responsable de sentimientos de posesión o celos, emociones que pueden atenuarse con la liberación de oxitocina.
“La oxitocina y la vasopresina forman una especie de danza dinámica que ayuda a explicar los beneficios y los costes asociados a los distintos aspectos del amor”, explica Carter.
3) La dopamina es una de las hormonas de recompensa más estudiadas. Se activa con cosas que nos hacen sentir bien: comida, ejercicio o drogas. En las parejas, los besos y las relaciones sexuales suelen ir acompañados de un torrente de dopamina.
“Cuando se libera dopamina, se activan las vías de recompensa que provocan la sensación de ‘subidón’ amoroso y aumentan el deseo y la motivación de estar con la persona amada”, explica Larkin. Esta respuesta es tan fuerte que se ha comparado con la euforia de consumir una droga tan potente como la cocaína”.
4 y 5) La testosterona y el estrógeno, también conocidas como nuestras “hormonas sexuales”, desempeñan el importante papel de hacer que las parejas deseen reproducirse y son responsables de “nuestro deseo humano básico de tener relaciones sexuales”, asegura Larkin. También son las hormonas más relacionadas con el enamoramiento o la lujuria. Otra forma de verlo es que estas hormonas motivan a tener relaciones sexuales, mientras que la dopamina recompensa la acción.
6) La noradrenalina produce respuestas fisiológicas al conocer a una persona nueva o al enamorarse. Por ejemplo, el corazón se acelera, aumenta la energía o las palmas de las manos sudan. Esta hormona también está asociada con el almacenamiento de la memoria, razón por la cual muchas parejas pueden recordar tan vívidamente sus primeros días de noviazgo.
7) La serotonina es una de las pocas sustancias químicas que se ha demostrado que disminuye durante algunas fases de la atracción. Estos niveles más bajos son similares a los de las personas que padecen el trastorno obsesivo-compulsivo o TOC. Sandra Langeslag, neurocientífica del comportamiento de la Universidad de Missouri-St. Louis, Estados Unidos, ha publicado una investigación al respecto y afirma que muestra cómo “las personas enamoradas y los pacientes con TOC se parecen en el sentido de que ambos tienen obsesiones”.
Aunque distintas actividades pueden provocar la liberación de cualquiera de estas sustancias químicas, las hormonas no siempre se desencadenan de forma aislada y muchas cosas pueden hacer que se produzca más de una sustancia química al mismo tiempo. La dopamina y la serotonina, por ejemplo, contribuyen ambas a los pensamientos obsesivos.
“El amor es un fenómeno multisensorial sumamente complejo que implica a todos nuestros sentidos y afecta al cerebro de muchas maneras profundas y misteriosas”, reconoce Jacquie Olds, profesora asociada de psiquiatría clínica de la Facultad de Medicina de Harvard (Estados Unidos).
Cuáles son los beneficios del amor para la salud
Independientemente de por qué o cuándo se liberan las hormonas relacionadas con el amor, cada sustancia química se asocia a distintos beneficios para la salud mental y física.
“Cuando la red del amor se enciende, activa los centros de recompensa del cerebro, liberando una cascada de hormonas, neuroquímicos y opioides naturales, que nos hacen sentir alegría y también ayudan a nuestro cuerpo a sanar y a nuestra mente a lidiar con el dolor”, destaca Cacioppo.
Algunos de los beneficios demostrados de tener amor en la vida son: reducción del estrés, mejor sueño, mejora de la salud inmunológica, reducción del dolor (las investigaciones demuestran que tener más oxitocina en la sangre ayuda a la curación), menos depresión, mayor capacidad para resolver problemas, mejora de la función cognitiva e incluso una vida más larga.
Las relaciones seguras, tanto románticas como no románticas, “crean estados biológicos que favorecen la relajación, el crecimiento y la restauración”, comenta Carter. “A lo largo de toda la vida, establecer relaciones afectivas es fundamental para gozar de buena salud”.
Por qué el amor nos ciega
Las distintas etapas de una relación pueden conferir beneficios variados. Las investigaciones demuestran que algunas hormonas son más abundantes durante la fase inicial del enamoramiento, mientras que otras aportan beneficios a largo plazo.
La noradrenalina, por ejemplo, se libera con más frecuencia al principio de la relación de pareja, cuando hay muchas incógnitas, lo que pone al cerebro en modo “proceder con cautela”.
“Al principio de una relación, aumenta la adrenalina, lo que provoca sensaciones como mariposas en el estómago y un ritmo cardíaco más rápido. También se reduce la actividad de las partes del cerebro que nos ayudan a juzgar, por lo que en los primeros momentos del amor o el enamoramiento podemos estar ‘cegados’ ante los defectos de otra persona”, explica Lucy Brown, profesora clínica de neurología de la Facultad de Medicina Albert Einstein de Nueva York.
A medida que esa relación crece y aumentan los niveles de compromiso, parte de la alta pasión inicial recompensada por la dopamina es sustituida por otras hormonas, afirma Brown.
“La oxitocina desempeña un papel más importante en el mantenimiento de las relaciones a largo plazo”, subraya. También contribuye a la sensación de seguridad una vez que desaparecen la incertidumbre y el miedo a salir herido. La vasopresina también desempeña un papel importante en las relaciones duraderas. Fomenta la devoción y aumenta el sentimiento de protección y orgullo por las relaciones.
¿Qué ocurre en el cerebro cuando rompemos?
Aunque los beneficios para la salud física y mental de estas hormonas son significativos, “pagamos el precio de tener respuestas emocionales cuando perdemos a nuestros compañeros”, reconoce Carter.
Romper puede significar perder un flujo constante de hormonas que nos hacen sentir bien, como la dopamina y la oxitocina, y, al mismo tiempo, experimentar un aumento de las hormonas relacionadas con el estrés, como el cortisol y la norepinefrina.
“Una ruptura nos priva de repente de los neurotransmisores a los que nos habíamos acostumbrado”, indica Olds. “Igual que un adicto odia dejar de fumar en frío, una mala ruptura provoca una enorme angustia”.
Para algunas personas, esto incluye malestar físico.
“Una ruptura crea una respuesta de estrés en el cuerpo y el cerebro, y éste reacciona como si hubiera un estímulo físicamente doloroso”, explica Brown. También suele aparecer una repentina nostalgia, similar a la de un adicto que sufre síndrome de abstinencia. “Se busca a la persona que ya no está, los sentimientos positivos que antes se asociaban al ser amado”, explica Cacioppo. “Así es el desamor o el amor no correspondido”.
Kubo dice que estos sentimientos de pérdida o añoranza pueden manifestarse como pérdida de apetito, cambios de peso, trastornos del sueño, ansiedad o depresión.
Estos sentimientos pueden amplificarse significativamente si la pareja muere. En casos extremos, esto puede ser mortal para la persona en duelo.
“La oxitocina es fundamental para proteger todos los tejidos, pero especialmente el corazón”, afirma Carter.
Cuando su flujo constante se interrumpe repentinamente con la muerte de un ser querido, puede producirse una respuesta cardiovascular. Para muchas personas, esto, sumado a la liberación de hormonas del estrés que acompaña a la pérdida repentina, puede provocar un aumento de la tensión arterial, aceleración del corazón y dificultad para respirar.
Aunque estos síntomas son las peores manifestaciones físicas para la mayoría de las personas, los individuos con una afección cardiaca subyacente “podrían correr el riesgo de sufrir un infarto”, advierte Larkin. Aquí es donde entra en juego la rara afección médica conocida como síndrome del corazón roto.
“Un estudio pionero sobre el duelo realizado en los años 1960 analizó a 4486 viudos en Gran Bretaña”, refiere Cacioppo. “Durante los seis primeros meses después de perder a su cónyuge, tenían un riesgo de morir un 40 % mayor que una persona casada de su edad”.
Afortunadamente, los peores resultados asociados a la separación de un ser querido (ya sea por ruptura o por muerte) disminuyen con el tiempo a medida que formamos y fortalecemos nuevas relaciones.
“Cuando los vínculos sociales se rompen por la separación o la pérdida de la pareja, el sistema nervioso necesita tiempo para reequilibrarse y adaptarse”, reconoce Carter. “Podemos experimentar literalmente el dolor de una relación perdida para siempre, pero a medida que se forman nuevos vínculos, estos pueden ayudar a curar el dolor emocional asociado a la pérdida”.
El autocuidado también puede ayudar a sanar. “Después de los primeros días o semanas más duros, es importante hacer cosas que te gusten para reducir las hormonas del estrés y aumentar las del amor”, aconseja Larkin.
Qué hacer en función de dónde te encuentres
También puede ser útil reconocer dónde estás y, posiblemente, ampliar tu zona de confort para formar conexiones más significativas con los seres queridos existentes o con nuevas asociaciones.
Si estás en una relación en la que parece faltar el amor y las hormonas del bienestar que lo acompañan, Langeslag sugiere pasar más tiempo con tu pareja, centrarte en sus puntos fuertes y en los recuerdos felices que tienen juntos, o practicar la intimidad física como formas de provocar la liberación de estas sustancias químicas y mejorar la conexión.
Y si no estás en una relación romántica, las hormonas asociadas al amor pueden activarse al pasar tiempo de calidad con familiares y amigos íntimos, abrazándolos, disfrutando de la naturaleza e incluso interactuando con tus mascotas en casa, revela Larkin.
Lo único que no debes hacer es abrazar una vida de soledad. Como muchos otros mamíferos, los humanos no han evolucionado para vivir como criaturas solitarias. “El amor no es opcional. No es algo de lo que podamos prescindir”, concluye Cacioppo. “El amor es una necesidad biológica”.
Nota de origen: https://www.nationalgeographicla.com/ciencia/2024/02/alarga-la-vida-por-que-el-amor-es-tan-bueno-para-la-salud-cerebral
Fuente original de fotografía: National Geographic.