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“Pase usted”: Oaxaca, los oaxaqueños y su nada combativo proceso de autoventa

Por Rodrigo Islas Brito.

“A los güeros les gustan los territorios que tienen dignidad, aunque tengan tierra para aventar para arriba, quieren más. Hace unos días vi una caravana de extranjeros pensionados de safari en bicicletas por la zona conurbada, viendo propiedades y el estado de los barrios para ver dónde invertir. Alguien los guiaba mostrándoles lo tranquilas que son las calles y lo barato que puede salirles una propiedad acá, para sus bolsillos, claro”, relata Carmen Martínez, estudiante oaxaqueña de último semestre de Antropología en una universidad pública de la Ciudad de México, que piensa realizar su tesis sobre el avanzado y acelerado proceso de gentrificación y desplazamiento que vive su ciudad natal.

La escena descrita por la joven estudiante se repite en otros lugares de la ciudad de Oaxaca. Parvadas de extranjeros son guiados por una persona local por barrios y colonias de la ciudad en caminatas o expediciones sobre los que no queda claro su valor turístico, pero si inmobiliario. “Existe ya una cultura de entrega del territorio en Oaxaca, y no por parte de los extranjeros, sino de los mismos oaxaqueños presos ya por el valor de cambio del peso frente al euro y el dólar”, expone la joven estudiante de las dinámicas sociales.

Y no exagera. Hoy abundan en redes sociales y fuera de ellas los anuncios escritos completamente en inglés para venderles a los extranjeros cursos de literatura para escribir desde Oaxaca, de cocina para saber hacer tlayudas, de prácticas tradicionales para saber hacer su propio temazcal, de tours por la sierra oaxaqueña para tomarse fotos con la gente local, de paseos guiados por las cantinas más representativas del centro de la ciudad y ponerse hasta el copete como el mismísimo Malcolm Lowry, de colectivos gráficos que se significan con imágenes de guerrilleros clásicos como logo para en el inter ofrecerles en su idioma a los extranjeros cursos pictóricos cien por ciento “combativos”.

Situación que como bien lo mencionó la joven antropóloga, a los extranjeros con ganas de pasarse sus vacaciones o una parte de su vida en el tercer mundo, les significa un plus extra de soñada rebeldía.

“Amigos en Oaxaca que hasta hace unos meses decían que nunca intentarían aprender inglés porque no querían hablar el idioma del colonizador, hoy se compran ya libros en ese idioma porque no quieren quedar fuera de la posibilidad de que un gringo o un europeo les encargue una chambita. Es el espejismo gentrificador. Ese que te hace buscar el hablarle de tú a tú al nuevo dueño de tu vida”, argumenta la entrevistada y testigo.

Se le comenta que esto ya se veía venir desde el 2021 cuando una banda de grafiteros militantes super comprometidos con las causas sociales, le empezó a facturar murales “exoticones” por los barrios gentrificados de la ciudad a la minera canadiense Fortuna Silver Mines, a través de su subsidiaria mexicana Cuzcatlán. Hechos con el mensaje de que ésta es una empresa socialmente responsable, cuando lo que acumula son acusaciones de expansión ilegal de sus montes hechos tierra y crímenes ecológicos graves contra el medio ambiente y el agua de las comunidades.

También en el 2021, como previo a los tiempos que hoy corren, Levi’s, la marca mundial de mezclilla abrió una tienda en el zócalo de Oaxaca con una línea de pantalones estampados con recortes de símbolos indígenas, los cuales fueron respaldados en una sensacional calenda precedida por artistas oaxaqueñas actrices y raperas baluartes de hip hop revolucionario y la lucha contra la opresión.

“No debemos pasar por alto que todo esto que ha venido sucediendo, todas estas voluntades que se han venido comprando, forman parte de un paquete completo turístico y extractivista. Lo que ellos llaman un kloster. Que se anuncia ya desde la construcción del Tren Transístmico en el Istmo de Tehuantepec, su interminable instauración de zonas industriales y su ambición de significarse comercialmente como un nuevo canal de Panamá. A lo que hay que sumarle la iniciativa del gobierno de Salomón Jara de privatizar tierras ejidales y comunales, aprobada ya con camuflaje en la Ley de Ingresos de Oaxaca para el 2024”, reflexiona la joven Carmen Martínez, quien sostiene que hoy en Oaxaca y el país lo que no vendió la derecha, lo está vendiendo la izquierda.

Cita la salvaje gentrificación que vive actualmente la Ciudad de México que ha llevado a que hoy esté ranqueada entre las 16 ciudades más caras del mundo para vivir, justo por delante de destinos europeos como Munich y Milan, gracias a que millones de habitantes han sido expulsados de sus colonias, antes populares, por constructoras que sirviendo a los intereses de conglomerados internacionales, se hicieron de la propiedad de un sinfín de vecindades y edificios, lanzaron a la calle a sus inquilinos, y reconstruyeron ahí sendos condominios a los que convirtieron en Airbnb o pequeños departamentos con rentas estratosféricas.

“Cuando esos conglomerados lleguen realmente a Oaxaca, aunque seguro que ya están aquí, hasta esos oaxaqueños propietarios que hoy sienten que lo suyo de ahora en adelante solo será ganar, ganar, se las van a ver negras. Una vez que le abres las puertas al gran capital, ya no se las puedes cerrar jamás. Y en Oaxaca se las hemos abierto de par en par”, define la chica de 24 años.

Se le responde que esa sumisión no puede ser posible en una tierra cuya característica principal siempre ha sido la rebeldía y combatividad. Se le recuerda el movimiento social del 2006 que se hizo del control ciudadano de buena parte de la ciudad en su pelea por tirar a un gobernador ladrón y tirano. La joven no ve ni las condiciones ni la energía para que un nivel de protesta similar pueda surgir de nuevo.

“Hoy muchos de los que protestaban y fueron perseguidos por el gobierno, han terminado por convertir sus casas en airbnb o en ristrotos, o en mezcalerías de alto pedorraje ancestral. Hoy muchos de los que en Oaxaca tomaron las calles en aquel tiempo, están en el gobierno respaldando la tesis de que la extrema turistificación es progreso. Hoy a esa rebeldía la hemos convertido en un pase usted”, concluye la futura científica social.

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