Escasez de combustible en Bolivia alienta protestas de transportistas
La escasez de combustibles volvió a poner a Bolivia al borde del colapso. Desde Cobija, en el norte amazónico, hasta Bermejo, en la frontera sur del país, los surtidores de gasolina y diésel están rodeados de vehículos de todos los tamaños que buscan aprovisionares haciendo filas que pueden durar horas y hasta días. La crisis empeoró después de que el presidente de la petrolera estatal, Armin Dorgathen, confesara que no tenía dinero para importar los combustibles necesarios para cubrir la mitad de la demanda habitual. El presidente Luis Arce aseguró que no renunciará y tomó diez medidas para enfrentar la situación que la oposición y los expertos han considerado insuficientes.
“No vamos a renunciar. Hemos enfrentado hasta golpes de Estado en esta misma Casa Grande del Pueblo, y nosotros estamos fieles al cumplimiento del mandato popular expresado en las urnas y la Constitución”, señaló el presidente en un mensaje televisado en el que presentó su plan para enfrentar la emergencia. Las medidas que aprobó incluyen clases virtuales, teletrabajo y reducción de horarios para bajar los desplazamientos de la población. Según Arce, durante un periodo, que no delimitó, el aprovisionamiento de combustible cubrirá el 80% de la demanda. Este plan no alcanzará para detener a los sindicatos de transportistas ni a los consumidores, que están organizando diferentes formas de protesta para los próximos días.
El mandatario boliviano ratificó que no devaluará la moneda ni suspenderá las subvenciones a los combustibles. “Nunca vamos a tomar medidas contra el patrimonio del pueblo boliviano”, señaló. También descartó pedir prestado al Fondo Monetario Internacional (FMI), que siempre ha sido su bestia negra. “Piden condiciones duras y no entienden a países como Bolivia”, ha dicho más de una vez. Consideró la situación del país como “simple: una iliquidez transitoria de dólares. Exigió que el Parlamento, de mayoría opositora, apruebe la contratación de más créditos de los organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo o Banco Mundial, pues estos servirán para traer divisas al país, con las cuales se podrá importar más combustible.
Críticas de la oposición
La oposición ha considerado las medidas de Arce como meros paliativos que no podrán remplazar la falta de decisiones de fondo sobre la crisis económica del país. La crisis coincide con la definición de los nombres de los candidatos que buscarán sustituir al presidente izquierdista en las elecciones de agosto. Algunos creen que lo más importante sería reducir el gasto público; otros piden suspender las subvenciones y desean negociar un rescate del FMI.
Varios expertos han explicado que la aprobación de nuevos créditos por el Parlamento no cambiará la situación, porque se trata de empréstitos destinados a proyectos de desarrollo y su ejecución debe ser por fuerza progresiva y lenta.
“Bolivia no está quebrada, sigue generando inversión y redistribuyendo riqueza”, se ha defendido Arce, que también piensa participar en las elecciones, aunque su intención de voto en las encuestas no supera el 5%. Según ha dicho el mandatario, “los tiempos difíciles son para crear hombres y mujeres fuertes”.
La falta de combustibles es un resultado de la crisis cambiaria en la que está sumido el país desde febrero de 2023. En esa fecha, las reservas de divisas prácticamente se agotaron y los bancos comenzaron un “corralito” de los depósitos nominados en dólares que continúa hasta el presente. Cada depositante solo puede retirar de 100 a 200 dólares por mes. Los bancos también aprobaron restricciones a las tarjetas que se usen en el extranjero y a los giros en otras monedas.
El Gobierno decidió no devaluar el boliviano, pero apareció un mercado paralelo en el que esta moneda se deprecia continuamente. En este momento, el dólar cuesta 12 bolivianos, mientras el cambio oficial es de 6,96 bolivianos por dólar, lo que implica una devaluación de la moneda nacional del 70%.
Los importadores están sufriendo por esta razón. Las importaciones cayeron y los precios de los productos extranjeros se dispararon. Pero la devaluación de la moneda ha afectado también los precios de los bienes nacionales. La inflación interanual de 2024 fue de 10%, la tercera más alta de Sudamérica, y en lo que va del año los precios ya treparon 3,4%.
La carestía de dólares se origina en la debacle de la industria petrolera del país, que también explica la creciente necesidad de importar combustibles. La producción de gas y líquidos asociados ha caído a la mitad de lo que era en 2014. Los ingresos nacionales han disminuido en esta misma proporción. Al mismo tiempo, Bolivia debe importar el 56% de la gasolina y el 86% del diésel que consume. Y vende al público directamente lo que compra, sin guardar reservas para situaciones como la de ahora.
El gobierno responsabiliza de esta situación a los gobiernos de Evo Morales que lo antecedieron, por no haber hecho más inversiones en exploración de hidrocarburos. Arce fue el ministro de Economía de estos gobiernos y se lo considera, junto a Morales, el padre del modelo económico que hoy hace aguas.
Nota de origen: https://elpais.com/internacional/2025-03-14/la-escasez-de-combustible-en-bolivia-alienta-las-protestas-de-los-transportistas-contra-arce.html
Fuente original de fotografía: Reuters.